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Mario Javier Núñez Cornejo: PARTIDOS POLÍTICOS = CORRUPCIÓN

Mario Javier Núñez Cornejo: PARTIDOS POLÍTICOS = CORRUPCIÓN

La corrupción se gesta y promueve “desde el núcleo” de los partidos políticos, que para constituirse requieren de mucho dinero, y más en las campañas electorales. Entonces, ¿quiénes adelgazan sus cuentas bancarias para hacer realidad los sueños mesiánicos de nuestros honradísimos políticos? ¿Por qué lo hacen?

Para responder a estas interrogantes, se requiere identificar a dos personajes: al Caudillo Político y al Billetón. El primero desea, sueña, muere por ser presidente, gobernador regional o alcalde. Sabe que necesitará mucho dinero para fabricarse un partido, financiar la campaña electoral y hacer realidad su anhelo.

Muy pocos sacarán la plata de sus bolsillos porque tienen “plata como cancha”, algunos utilizarán convincentes frases de antología como “soy sano y sagrado” o “soy inocente”, mientras que los más expertos, con más kilometraje, poseedores de una desbordante autoconfianza pensarán que “la plata llega sola”.

El otro personaje, el Billetón, tiene la habilidad de un entrenador de gimnastas olímpicos, porque logra flexibles normas y procedimientos administrativos a su favor. Lamentable será identificarlos fehacientemente cuando salga a la luz, por descuido o venganza, un revelador video o audio que acredite sus no tan santas habilidades.

Efectivamente, en la política existen el alferado, el mayordomo y el padrino, quienes dotan a sus compadres, los políticos tradicionales, de todos los recursos necesarios para intentar hacer realidad sus ímpetus caudillistas y sueños mesiánicos. Ojo, que esta dupla de oro, esta interesante sinergia, no sólo se da con el político que gana la elección presidencial, regional y municipal, se da también con los políticos no electos, que son más. El ganador de la elección tenderá a fortalecer su compadrazgo hasta consolidarla en una hermandad; los dos serán en adelante uno o en todo caso hermanos siameses.

Resultado de toda esta interesante dinámica es que el ganador de la elección logró su anhelo: el cargo público con el que soñó toda su vida, mientras que el compadre (ahora su hermano) se beneficiará de la cercanía con el presidente, gobernador regional o alcalde, y así cumplir los compromisos secretos (no podría ser de otra manera) asumido entre estos.

Lo que se viene inmediatamente después de un triunfo electoral, es historia conocida: la repartija de los puestos públicos, las compras sobrevaloradas, las obras mal o nunca ejecutadas, los faenones y aceitadas, los contratos con Odebrecht, Camargo Correa, Andrade Gutiérrez… o sea ¡la CORRUPCIÓN!

Tenemos una pregunta pendiente: ¿Adónde fue a parar todo el dinero gastado en la campaña del político ganador y de los derrotados en la contienda electoral? La respuesta es muy fácil: antes y después de las elecciones, siempre ha existido una mutua dependencia entre el político tradicional y los grandes medios de comunicación. Las decenas de millones de dólares terminan siempre en las arcas de las empresas publicitarias, productoras, gráficas, radios, televisoras, redes sociales, consultoras, encuestadoras, diarios, revistas, periodistas, opinólogos, asesores, operadores políticos, en las portátiles, etcétera.

Es por esta dinámica económica perversa que seguiremos viendo a perpetuidad en todos los grandes medios de comunicación a los políticos sanos y sagrados, que tienen plata como cancha, que se consideran inocentes y que hacen que la plata llegue sola. ¡Todos sabemos quiénes son!

Señores, tal como funciona y son liderados nuestros partidos políticos, resultan la matriz en la que se engendra, madura, reproduce y disemina la corrupción. En nuestros días, partido político es sinónimo de corrupción. Es tiempo de reingeniería del Estado, de nuevos partidos y líderes políticos, con visión moderna y sólidos valores.

Mario Javier Núñez Cornejo

Fuente Diario Expreso

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