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Nos habíamos podrido tanto, por Fernando Vivas

Nos habíamos podrido tanto, por Fernando Vivas

Se viene la tormenta pero estamos de fiesta. Nos comportamos como si fuéramos los alegres convidados cuando en realidad somos la piñata. Despertaremos cuando nos empiecen a caer los palazos.

Así estamos frente a la corrupción. Hemos construido una ficción de crecimiento que chorrea para todos lados. Y donde no chorrea, creemos que se puede corregir con normas que dará el Congreso o que dará el Ejecutivo con facultades prestadas por el Congreso.

Hablamos ilusamente de destrabe, reactivación y despegue, mientras pateamos bajo la alfombra las reformas radicales que hacen falta para que el país sea viable, para no podrirnos en el intento de llegar a la OCDE, el parámetro escogido por PPK para decir que somos modernos. Y frente a lo de Odebrecht, ¡quedamos de brazos cruzados, esperando que lleguen los legajos de Brasil o Estados Unidos!

En rigor, sí hay avances. El gobierno está evaluando un paquete de medidas propuesto por un equipo presidido por el ex defensor del pueblo (e) Eduardo Vega. Y hay otras normas a punto de ver la luz gracias a la delegación de facultades. Destaco, por ejemplo, que en las propuestas de Vega se ataquen temas como la gestión de intereses (el secretismo de los lobbies hace mucho daño), y se vea con minucia el sistema de compras del Estado.

Pero, a estas alturas, esto es poco. La corrupción trasciende la normativa. ¡Tu revolución no está en facultades, destrabe y cierre de brechas, PPK; está en un cambio de mentalidad! Creí que este gobierno iba a llegar, mejor que el anterior, a la convicción de hacer un ataque frontal a la corrupción, sino por indignación moral, al menos por sentido práctico. Me equivoqué. En la mentalidad del tecnócrata curtido, la corrupción es mera contingencia, una variable más, un porcentaje de entrada al sistema. O sea, calculemos un 20% en coimas y un 50% en sobrecostos, normal nomás, así son las cosas. No robo pero dejo hacer y dejo robar. (En verdad el porcentaje es mucho mayor: el 100% si la obra no era la que convenía o se paraliza en el camino. Déficit fiscal más riesgo-país al cubo: insolvencia moral).

La respuesta oficial al escándalo de Odebrecht es debilísima, teniendo en cuenta que el propio PPK participó, como primer ministro de Toledo, en una política de destrabe a las inversiones de los brasileños que, según lo revelado en Estados Unidos, fueron fuente de corrupción. A este megaescándalo no se responde con un simple “confiamos en la fiscalía”, sino con gestos y acciones contundentes. Por ejemplo, promoviendo la delación a los zamarros que coimearon y entregando a algunos de ellos como fruto de la acción ejecutiva. Y aún eso sería poco.

Fuente El Comercio

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