El fenómeno de la corrupción en el Perú tiene un complemento que resulta tan dañino como los fenómenos conocidos como comisiones o “coimisiones” que resultan de malos tratos entre el contratante Estado y particulares.

Lamentablemente para los que hacen mal las cosas. Una lluvia pone en evidencia lo que no se ha hecho bien, esto es ajustando el quehacer público a los requerimientos técnicos indispensables.

Salta a la vista cuando después de un aguacero las pistas quedan llenas de huecos, los puentes se caen o se evidencia acciones técnicas insuficientes para garantizar calidad de un buen estudio inicial y severidad en el castigo a quien comete infracciones o fallas de carácter técnico.

Eso es lo que está ocurriendo en Arequipa y es de suponer que en todo el país pasa lo mismo con un uso indebido del dinero público y una manipulación repudiable de parte de funcionarios públicos equivocados.

Estamos viviendo una época en que es posible comprobar que, a pesar de los esfuerzos de la Contraloría referidos al trámite previo al perjuicio de obras, lo que resulta no es de lo mejor.

Afortunadamente y por contraste tenemos testimonios de cosas bien logradas con el dinero estatal. Una experiencia que merece mencionarse fueron los Juegos Panamericanos cuando en un contrato de gobierno a gobierno hicimos inversiones que son para recordar por sus bondades y sus positivos tratos.

Si volvemos los ojos hacia Arequipa, debemos mencionar como buena la obra que Arequipa, como ciudad y la Universidad de San Agustín, como ejecutor hicieron del estadio Monumental y también del puente Chilina y de los pasos a desnivel que se ejecutaron en el gobierno de Juan Manuel Guillén.

Fuente Diario El Pueblo

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