Mientras el parque vehicular del Hospital Virgen de Fátima agoniza, el gobernador aparece en escena con micrófono y moño, anunciando la llegada de tres ambulancias como si fuera Papá Noel institucional, justo en el aniversario de la región. Lo que se presenta como un “regalo” no es más que una patética puesta en escena para maquillar la precariedad y ensayar una sucesión política hereditaria. Aquí no hay gestión: hay utilería. Y las tres ambulancias, tres años después, lejos de entrar al combate y salvar vidas, están sirviendo para transportar propaganda, pretendiendo la reelección filial.
En febrero de 2022, FREDDICH denunció graves irregularidades en la adquisición directa de 22 ambulancias rurales tipo II, 2 urbanas tipo II y 1 urbana tipo III, destinadas a diversos establecimientos de salud de Amazonas, por un monto de S/ 8’979,585.66, adjudicadas al Consorcio La Unión.
El caso reveló una grotesca concertación: el consorcio fue constituido antes de la exoneración, se presentaron cartas fianza falsas, se otorgaron adelantos indebidos, pagos sin sustento, plazos ampliados irregularmente y, finalmente, las ambulancias nunca fueron entregadas pese a estar canceladas.
Este patrón de corrupción estructurada llevó al FREDDICH a exigir al Ministerio Público medidas inmediatas como impedimento de salida, detenciones y allanamientos. Pero la Fiscalía nunca actuó con firmeza, y hasta hoy no hay resultados.
Todo fue defendido públicamente por el entonces director de DIRESA, Elías Bohórquez, quien ante la prensa aseguró que “todo estaba color de rosa”, mientras los consejeros regionales, incluido el chachapoyano Mario Torrejón Arellanos, miraban hacia otro lado.
Lo ocurrido no fue un error administrativo, sino una red de corrupción estructurada: funcionarios coordinaron acciones dentro y fuera de la institución para favorecer al Consorcio La Unión en cada etapa, con intermediarios identificados y complicidades que trascendieron oficinas públicas, consolidando un esquema de defraudación al Estado.
La diferencia es brutal: tres ambulancias con moño frente a veinticinco que debieron estar salvando vidas. Las primeras llegan tres años después como decorado de campaña. Las segundas nunca llegaron porque fueron devoradas por la corrupción.
Y mientras se celebra el aniversario de la región con fotos y frases, la impunidad campea. No hay justicia, pero sí hay show. Y no hay ambulancias suficientes, porque las que debieron llegar fueron robadas por quienes hoy se esconden tras el telón institucional.
¿Cuántas vidas se hubieran salvado si contáramos con las 25 ambulancias que nos robó la corrupción?
Fuente Reina de la Selva

