En una nueva edición de Consejo Económico, Jorge Javier Vidalón, director de Administración en la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), destacó que el compliance y la ética no deben gestionarse como compartimentos estancos, sino como una estrategia integral para generar ventaja competitiva y valor de marca.
Vidalón advirtió que muchos empresarios cometen el error de ver el compliance solo como una herramienta para evitar multas. Sin embargo, el impacto financiero de una sanción es menor comparado con el daño reputacional. Según datos del Banco Mundial citados por el experto, los actos de corrupción pueden provocar una caída del 75% en el valor de una marca.
“La ética es comportarse bien a pesar de que no te estén viendo”, señaló Vidalón, vinculando este concepto con la Ley 30424, que regula la responsabilidad administrativa de las personas jurídicas.
Además, resaltó la adopción voluntaria de la certificación ISO 37001 (Sistema de Gestión Antisoborno) por parte de empresas de infraestructura como un paso positivo para eliminar riesgos y recuperar la confianza.
El costo social de la corrupción
La corrupción no solo afecta los balances privados. En 2023, la Contraloría General de la República estimó pérdidas de 24,000 millones de soles anuales por corrupción, cifra que duplica el presupuesto nacional de salud. Esto demuestra que la falta de ética empresarial impacta directamente en la calidad de vida de los ciudadanos.
Finalmente, Vidalón enfatizó que el compliance fortalece la relación con el inversionista y el colaborador. En un entorno digital donde el consumidor investiga los valores de una marca antes de comprar, la reputación se ha convertido en el activo más crítico.
“Las empresas ya no compiten solo con productos, sino con su imagen frente a una sociedad que demanda transparencia”, concluyó.
Fuente Willax
