En Navidad solemos detenernos un momento, bajar el ritmo y mirar el año con más honestidad. Recordar por qué hacemos lo que hacemos. En nuestro trabajo diario —revisando procesos, alertando riesgos, defendiendo la legalidad— es fácil perder de vista que detrás de cada contratación pública no solo hay expedientes y números, sino personas.
Hace algún tiempo, al revisar un proceso aparentemente “correcto” en lo formal, alguien comentó: “Al final, esto no le cambia la vida a nadie”. Sin embargo, sí la cambiaba. Ese contrato definía si un servicio básico llegaba o no a una comunidad olvidada, si un recurso público se usaba con justicia o se perdía en el camino. Ahí se hace evidente que la ética no es un concepto abstracto: es una decisión diaria, muchas veces silenciosa, que puede proteger o afectar a los más vulnerables.
La Navidad nos recuerda el nacimiento de Jesús, quien no vino a hablar de poder ni de privilegios, sino de servicio, verdad y justicia. Vino a poner en el centro al que nadie miraba, al desplazado, al pobre, al que sufre la injusticia. Ese mensaje sigue siendo profundamente actual, también en las contrataciones públicas. Actuar con integridad, rechazar la corrupción y hacer bien las cosas no es solo una obligación legal; es una forma concreta de amar al prójimo.
Desde ComprasEstatales.org y LicitaFácil.pe, queremos agradecer a quienes comparten esta convicción y caminan con nosotros creyendo que una gestión pública ética sí puede transformar realidades. Que esta Navidad renueve nuestro compromiso personal y profesional de hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando.
Que el nacimiento de Cristo vuelva a recordarnos por qué celebramos, y nos inspire a seguir trabajando por un país más justo, más humano y más solidario.
Licita Fácil

