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Buenas prácticas en compras públicas, ¿son posibles?

Buenas prácticas en compras públicas, ¿son posibles?

Desde el 2005, el Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública de Ciudadanos al Día recopila experiencias exitosas que se convierten en referentes para los servidores públicos que desean actuar con integridad y acercar los servicios del Estado a la población.

Sin embargo, de las 2.588 buenas prácticas certificadas en 13 ediciones del premio, solo 33 (2,75%) corresponden a mejoras en las contrataciones de bienes y servicios en el Estado. La categoría del premio Eficiencia en Contrataciones y Adquisiciones ha sido declarada desierta en tres oportunidades, y en cinco ediciones no se pudo premiar a nadie porque no existía un número mínimo de entidades en competencia. ¿Acaso es tan difícil tener historias de éxito en compras públicas? O es que su ausencia es la razón que justifica los casos de corrupción en compras públicas que vemos a diario en las noticias.

Para algunos especialistas, el proceso de compras públicas está sobrerregulado, tanto desde el lado de las instituciones públicas contratantes como de los proveedores, lo que hace imposible cualquier innovación que agregue valor. Mejorar el marco normativo y supervisar su cumplimiento debe ser la prioridad. Por otro lado, se estima que para mejorar la eficiencia y reducir la discrecionalidad se requiere la digitalización de los procesos de compras y el uso de mayores tecnologías de información. Esto último evitará en gran medida las áreas grises que son espacios propicios para la corrupción.

Sin embargo, además de mejorar la normativa y la fiscalización, así como apostar por el gobierno digital –temas en manos del MEF, OSCE y Perú Compras– existen otros aspectos que garantizan transparencia y predictibilidad, y maximizan resultados.

Una contratación pública de bienes y servicios tiene tres fases: (1) las acciones preparatorias, (2) el proceso de selección, y (3) la ejecución contractual. Los procesos de selección siguen un camino marcado por la normativa de contrataciones, por lo que los esfuerzos se concentran en la fase 1 y la fase 3.

¿Qué se puede hacer? En la fase preparatoria se pueden revisar los requerimientos conjuntamente con clientes internos y/o beneficiarios finales para afinar lo que se desea comprar y lograr mayores impactos. También se puede analizar el mercado de proveedores y evaluar su nivel de desarrollo y los incentivos necesarios para hacerlo crecer, permitiendo mayor competencia y calidad. En la fase de ejecución contractual, las áreas de compras pueden mejorar las condiciones del contrato y asegurar mayores beneficios para el contratante.

Asimismo, pueden generarse innovaciones alrededor de los procesos de almacenamiento, distribución, resolución de conflictos y pagos a los proveedores. Entonces, sí existe espacio para la implementación de buenas prácticas. Hace un par de semanas, al finalizar la Cumbre de las Américas, los jefes de Estado establecieron una serie de compromisos para garantizar la gobernabilidad democrática frente a la corrupción, entre los cuales destacan los vinculados a la prevención de la corrupción en obras públicas, contrataciones y compras públicas. Identificar experiencias exitosas y multiplicarlas facilitará el cumplimiento de este compromiso.

Fuente El Comercio

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