Últimamente, somos testigos recurrentes de cómo algunos funcionarios, utilizando información sesgada y sus propias percepciones carentes de todo sustento científico y evidencia, tratan de manipular a la opinión pública en general y a grupos de interés en particular para obtener ventajas estratégicas en beneficio propio, afectando negativamente la reputación de las organizaciones. Debieran recordar las sabias palabras de Abraham Lincoln: “La reputación es como la porcelana fina: una vez rota, es muy difícil de reparar”.
Se ha dicho que la aplicación del control concurrente desplegado por la Contraloría General en las obras públicas causó significativa expectativa, pero que no ha dado los resultados esperados. Incluso, que dicha modalidad de control no habría prevenido ni alertado situaciones de riesgo, sino más bien encarecido su costo.
La inversión pública debe impulsar el desarrollo económico y social mejorando productividad, competitividad y calidad de los servicios. Esto elevará las condiciones de vida, especialmente en zonas vulnerables. Para lograrlo, los recursos deben ejecutarse con eficiencia, eficacia, transparencia y sin corrupción.
El modelo de control concurrente implementado en los últimos años por la Contraloría General conforme a la Ley 31358 y normas complementarias, con énfasis en inversiones públicas, se creó para mejorar la eficacia del control y de la gestión pública. Y han sido miles las obras públicas que han sido monitoreadas por este tipo de control con el objetivo de identificar, notificar y corregir errores; aplicar medidas preventivas y correctivas para evitar que, durante el desarrollo y conclusión de las obras, puedan ser observadas. Es también esencial para la buena gobernanza y ha permitido garantizar el cumplimiento de los cronogramas de obra evitar el incremento de las inversiones a través de las históricas adendas que ampliaban significativamente los presupuestos, asegurar el cobro de penalidades por diversos incumplimientos, entre otros.
Se trata de un modelo de control preventivo, no punitivo, cuya eficacia ha sido ampliamente demostrada a través de resultados medibles y verificables. De hecho, diversas contralorías de Latinoamérica lo han tomado como referencia, impulsando incluso reformas constitucionales para su implementación. Bajo distintas denominaciones, como control concomitante o control en tiempo real, el control concurrente está siendo adoptado y adaptado en varios países. Siempre prevenir es mejor que curar.
Los estudios de evaluación de impacto del control concurrente, basados en datos concretos y evidencia sólida, han demostrado que entre 2018 y 2023, con un nivel de confianza del 99%, el avance financiero en las obras con control concurrente en 2023 alcanzó un 62.5%, mientras que las inversiones sin control alcanzaron un 41.2%. Y, en términos de eficiencia, este modelo de control contribuyó a una reducción promedio de 2 millones de soles en el costo de las inversiones, lo que significa que entre 2018 y 2023, el control concurrente le ahorro al país aproximadamente 3,800 millones de soles.
Si tenemos en cuenta que en su despliegue se gastó menos de 650 millones, la ratio beneficio-costo fue de 1 a 6. Más aún, el control concurrente contribuyó a un aumento promedio de 29.2 puntos porcentuales del avance financiero de las inversiones, favoreciendo de esta manera su aceleración en la ejecución de sus componentes y, por tanto, la eficiencia en torno a la reducción de plazos de ejecución.
En síntesis, el despliegue del control concurrente tiene efectos disuasivos, preventivos y correctivos empíricamente verificables. Ciertamente, como toda creación humana es perfectible, pero no podemos negar su efectividad y su valía.
Verificar la información, consultar múltiples fuentes y ser crítico con lo que se lee y comparte son prácticas esenciales de todo aquel que opera con ética e integridad, y que combate la desinformación que hoy lamentablemente abunda y daña nuestra sociedad. La veracidad y consistencia en los argumentos refleja un compromiso con la responsabilidad y la transparencia, fundamentales para garantizar el fortalecimiento en las instituciones, que tanta falta nos hacen en nuestra alicaída democracia.
Opinión: Nelson Shack
Fuente Perú21