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Lucha contra la corrupción, por Luis Ordoñez

Lucha contra la corrupción, por Luis Ordoñez

Son otros tiempos, definitivamente nos encontramos en otros momentos. Son circunstancias tan diferentes, que al leer, un joven actual dirá que son regias fantasías del que escribe.

Las décadas pasadas, los que se hacían llamar de izquierda, hacían agrias críticas a quienes no decían a qué lado se encuentran, pero para los llamados zurdos, ellos eran de derecha o de centro. Como si habría una línea de separación. Entre otros planteamientos, eran los de llegar al poder con las armas, es decir, asesinando a quienes piensan diferente. Inicialmente, la gente hacía oídos sordos a triviales estribillos juveniles, hasta que al término del gobierno de facto de Morales Bermúdez, con el inicio del gobierno democrático del Arquitecto Fernando Belaúnde Terry, efectivamente, aquellos dichos retóricos se han puesto en práctica, simplemente asesinando a todas las personas que no les seguían en sus erróneas prédicas, que debe avanzarse de la zona rural a las grandes ciudades. De verdad, se comenzó en Ayacucho, los demás departamentos del interior, hasta que se llegó a Lima. Recién la población capitalina creía las noticias que casi una década se transmitían de muertes hechas a niños, jóvenes y adultos en el interior. Los dos grandes resultados de ésta masacre desigual que pusieron en práctica los llamados zurdos rojos, son las más de treinta mil personas inocentes y desarmadas aniquiladas; los más de treinta mil millones de dólares en pérdidas materiales del pueblo; más de treinta mil familias desamparadas; más de treinta mil personas con enfermedades psicológicas; más de treinta mil personas que se morían de hambre.

Éstas pérdidas ocurrieron en alrededor de una década. El país ha perdido mucha sangre de gente inocente y desarmada. Se supone, si alguien con armas quiere medirse al juego de muerte, que sea más valiente y se enfrente de frente a su adversario que cuente con el mismo tipo y cantidad de arma. Este fue un juego de insania llena de cobardía. ¿Cómo se puede matar a alguien por no pensar igual o por no obedecer? ¿Se podría llamar política a ese comportamiento criminal?

Años más tarde, los que decían que son de izquierda, al fin fueron premiados por las voluntades de los pueblos, con elecciones democráticas: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú. Lo primero que hicieron fue acercarse a Cuba, como si fuera el mejor ejemplo de democracia. Luego, modificaron sus cartas magnas, no pensando en beneficio del pueblo que los eligió, sino pensando premeditadamente en satisfacer su ego, de seguir en el poder por más tiempo de lo establecido en la norma legal, con la que entró al gobierno. Hay ejemplos de ésta desobediencia constitucional, que en buena cuenta es una flagrante falta de respeto al pueblo: Venezuela, Bolivia. Tanto decían que sus gobiernos serían diferentes, que criticaban a los gobiernos antecesores; sin embargo, no solo son iguales de corruptos, sino en mayor magnitud, incluso con el agravante de ser peores, por desobedecer la Constitución política.

Hubo una vez, un gobierno que decía que elevando la remuneración al magistrado se acabaría con la corrupción. No solo la corrupción se incrementó, sino que ese mismo gobernante está con orden de captura precisamente por corrupción. Hubo una alcaldesa también colorada, que decía lo mismo y ahora se encuentra en serios aprietos por la corrupción.

Entonces, eso de estar clasificándose de izquierda, de centro, de derecha, es una práctica extremadamente obsoleta, zafada de la actual circunstancia de vida moderna. Ahora corresponde unirse, en vez de estar tontamente dividiéndose de lados inexistentes. La unión de las personas debe ser en torno a la FÉ en Dios, porque como en los matrimonios, Él es el único quien podrá unirnos. La corrupción es solo un acto, que proviene de una simple decisión.

Lo tomas o lo dejas, lo haces o no. Ésta decisión proviene de la profundidad del ser de la persona, por eso se requiere urgente que las personas sean cada vez más personas, que cada una ame a Dios, para que de verdad pueda amar al prójimo. El hecho de usar un bien ajeno, es quitarle el que corresponde a otra; entonces, se estaría atentando contra el prójimo, desobedeciendo la Ley de Dios. La lucha contra la corrupción no está en tener más policías, construir más cárceles; sino, debe circunscribirse en la humanización de los humanos, desde la raíz: La familia. El ataque frontal, no cobarde como acostumbran algunas, debe ser la humanización de los hogares, sembrar allí la semilla del amor de Dios, para que éste sentimiento inconmensurable haga su trabajo de Fe, alegría, felicidad, para que cada persona que sale de su casa, haga el bien siempre, a todas las personas de su alrededor; porque realizar una corrupción es hacer el mal a los demás, es decir, son actos contrarios al amor de Dios. ¿La persona corrupta será feliz? Un hermoso signo de avance es la unión del poder judicial con el ministerio público, para luchar juntos por la corrupción. Nadie puede pretender amedrentar a los magistrados en el cumplimiento de su función. El pueblo necesita la abolición pronta de la corrupción.

Fuente Diario Voces

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