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Reconstrucción con transparencia

Reconstrucción con transparencia

Sin dudas, uno de los principales retos que tiene el Poder Ejecutivo es llevar adelante la reconstrucción con cambios, garantizando un proceso transparente, eficiente y oportuno, que marque diferencias con el pasado y que además recupere la confianza ciudadana en el Estado.

En los tres principios mencionados confluyen el compromiso social con los damnificados que han puesto sus esperanzas en este proceso, luego de haberlo perdido todo. A esto debemos sumar la expectativa para que la inversión pública se constituya en el motor del crecimiento económico y la necesidad de demostrar que ingresamos a una nueva etapa política, en la que las obras públicas se pueden hacer sin corrupción.

Por eso, resulta atendible y saludable la preocupación del nuevo contralor general de la República, Nelson Shack, de preparar a su institución para que, efectivamente, cuente con los recursos para controlar con eficiencia un proceso que se anticipa gigantesco. Estamos hablando de 9,000 obras, con un presupuesto calculado en 20,000 millones de soles, en tres años fiscales.

El funcionario ha dicho que la Contraloría tiene 3,200 trabajadores, y de ellos 2,600 serán asignados al proceso de reconstrucción (1,000 contadores, 550 abogados, 150 administradores y 140 economistas). Este número sería insuficiente para efectuar el control concurrente o simultáneo que la ley ordena a la máxima autoridad del Sistema Nacional de Control, y por eso se contratarán más ingenieros.

El contralor ha explicado también que la estrategia de control dependerá de la que, a su vez, defina la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios sobre las modalidades en que serán ejecutadas las obras, y para ello se preparan varias reuniones entre ambas instituciones; en el caso de la primera con su titular, Pablo de la Flor, a la cabeza.

La agencia del Gobierno debe definir si la ejecución de obras se realizará mediante transferencias a los gobiernos regionales y locales, o con la licitación de obras en grandes bloques. Si se optara por la segunda alternativa, la Contraloría piensa fijar hitos de esas construcciones, con el fin de hacer un control mensual que permita identificar posibles riesgos.

Todos estos temas deben definirse en agosto o setiembre, cuando el Ejecutivo presente al Congreso el plan de reconstrucción, para su aprobación, en tanto que la Contraloría tiene 15 días para, desde ese momento, definir su estrategia de control. Pero es importante que desde ahora ambas entidades coordinen, a fin de definir las reglas de juego de ese proceso, de modo que haya una correspondencia técnica entre ejecutor y controlador, por supuesto, subrayando la independencia y la autonomía de la institución de control.

Resulta positivo que el contralor Nelson Shack marque un estilo técnico y profesional en sus declaraciones públicas. Como lo dijimos en un editorial anterior, sus retos son varios en la Contraloría, y esperemos que los aborde con el mismo talante transparente con que prepara a su institución para la reconstrucción.

Fuente El Peruano

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