Aunque parezca un contrasentido, los debatientes que aspiran a manejar la maquinaria de la administración pública, otorgaron poco o ningún interés a un capítulo fundamental en que se gasta dinero público: ¡las compras del Estado!
Es interesante deducir dos posibilidades: o los postulantes a la presidencia, conocen poco o nada sobre el tema o están interesados en no hacerse cargo de un asunto que a todas luces navega en millonadas de efectivo y que pueden, como suele ocurrir y hay casos puntuales, estafar la fe pública orientando a que el Estado compre gato por liebre.
Si los candidatos presidenciales ignoran cómo funcionan las compras del Estado y se confían a los asesores que tampoco saben nada o sí manejan el tema con mañosa sabiduría, entonces el destino que aguarda al Perú es más de lo mismo, una raya más al tigre, otra proeza de los burócratas que todo lo tuercen y legalizan para dar rienda suelta a sus apetitos.
He señalado con esforzada constancia en el último medio año dos casos puntuales sobre un mismo producto: el pasaporte electrónico y la extensa lista de títulares adjuntos así lo reivindica.
En el primer capítulo la Superintendencia Nacional de Migraciones hizo cuanto estuvo a su alcance para favorecer a un consorcio mexicano francés: Gemalto-Imprimerie Nationale y pese a todas las consultas, protestas y reparos de los participantes en ese raro proceso que fue “conducido” por OACI-ICAO que jamás había hecho lo mismo en ninguna parte del mundo, el resultado fue el que denunciamos y el negocio por S/ 102 millones de soles.
En el segundo, el asunto pasa de tibio a caliente y no puede ser más asombroso el silencio, no sólo en los medios oficialistas, sino en la prensa en general: Cancillería compra e-pasaportes al mismo consorcio mexicano-francés: Gemalto-Imprimerie Nationale y se produce un inaceptable sobreprecio de US$ 16 millones de dólares.
Se configuró, tal como afirmé pocos días atrás, un monopolio –prohibido por la Constitución del Estado- pero alentado por el gobierno del presidente Ollanta Humala y que privilegia a vista y paciencia de todos los actores, a un consorcio con precedentes discutibles y en desmedro de la industria nacional.
En las compras del Estado hay mucho dinero comprometido. Por eso los especialistas de la burocracia estudian las leyes autoritativas y ellos se encargan de formular los resquicios legales, las ventanitas pícaras, para que los ministros firmen virtualmente trapisondas que enriquecen a mucha gente a la que no importa ¡robarle al pueblo peruano de sus impuestos!
Y si se trata del marbete Seguridad Nacional entonces nadie, sólo los privilegiados cercanos, tiene acceso a cotizaciones, parangones, estudios técnicos minuciosos y el libre albedrío o criterio dinerario de los inmiscuidos, constituye el referente de qué comprar o, mejor dicho, a quiénes comprar.
Pero también hay otras malas costumbres. Basta que una entidad del Estado proclame “Desabastecimiento” y se franquea la puerta para comprar con urgencia y sin el requisito importante de licitación pública. ¿No fue acaso, la compra de e-pasaportes de Cancillería, motivada por “desabastecimiento”? La pregunta fluye por simple: ¿en Relaciones Exteriores no se dieron cuenta que ya escaseaban los e-pasaportes con mucha anticipación?
El lector puede inferir que los “desabastecimientos” subitáneos también se producen cuando de lo que se trata es de dar un buen golpe contra la economía del pueblo que paga impuestos. Verbi gracia la licitación llevada a cabo en Cancillería citó a los proveedores sábados, domingos y feriados del 2015 a partir de las 8 pm. y, para colmo de males, tomó como paradigma las referencias técnicas de la propuesta ganadora en Migraciones.
Como hemos denunciado múltiples veces: hasta hoy no se conoce la Propuesta Técnica que ganó la buena pro en Migraciones el 2015. ¿Cómo podía ser usado un instrumento del cual no se conocen ni los más mínimos rudimentos?
Los candidatos a la presidencia NO pueden darse el lujo de ignorar cómo funciona la maquinaria del Estado, el primer comprador, y de qué manera se gestionan y producen las trampas que enriquecen a muy pocos pero que también atentan contra la muy cacareada seguridad ciudadana.
Al robarle al Estado, vía licitaciones manchadas por sospechas de corrupción, cunde la desmoralización que sólo es “sanada” con el reparto de migajas que convierten en cómplices del entuerto a todos y por eso el silencio total. Quien roba una vez, lo hace mil veces o diez mil. Un Estado con funcionarios enfermos por falta de ética puede comprar porquerías o adefesios por precios ficticios o manejados con intención aviesa. No son rateros callejeros o cogoteros pero sí son más finos con el bisturí que secciona el cuerpo moral del Perú
Estos dos casos, en defensa del interés público, los denuncié ante la Fiscalía AntiCorrupción que ha actuado citando a los concernidos para que expliquen sus actuaciones.
Si los pretendientes a la presidencia ignoran un tema ultra-sensible, no queda sino seguir informando in extenso y como parte de una cruzada por la moralización del aparato del Estado y para denunciar, combatir y eliminar los cohechos y robos en que incurrieron malos funcionarios a los que solo les espera la cárcel, previa devolución de todo lo ilegalmente obtenido. Y esa es la tarea de las próximas semanas.
Herbert Mujica Rojas : Autor de la columna Señal de Alerta y responsable de Páginas Libres, periodista peruano, analista político y ensayista en temas geopolíticos, ambientales, seguridad documentaria y otros vibrantes acápites de su país y Latinoamérica. Escribió en el 2007 el libro ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas!
Fuente Red Voltaire
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