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Estamos hartos, por Federico Salazar

Estamos hartos, por Federico Salazar

Vivimos en un estado generalizado de encrespamiento. “Mecha corta” le decían antes: damos muy poco tiempo antes del estallido.

Hay corrupción, delincuencia; hay indiferencia, cuando no lenidad o negligencia.

En el Perú ha habido crecimiento económico pero, en realidad, y con justicia, en el Perú estamos hartos.

Nos irritamos con poco, sospechamos de todo, tenemos muchas reacciones y pocas respuestas. Desconfiamos. ¡Cómo no! Y se aprovechan de eso.

Las declaraciones del presidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, sobre el caso Ollanta Humala no se pueden separar de este contexto.

Una declaración de un colaborador eficaz, dijo el domingo pasado en “Cuarto poder”, no amerita prisión preventiva. Se refería al ex presidente Ollanta Humala, en relación al dicho de Marcelo Odebrecht, encarcelado ex presidente de la empresa corrupta.

A los pocos días, la Segunda Sala Penal Nacional de Apelaciones levantó las medidas restrictivas que pesaban sobre la ex primera dama Nadine Heredia.

Héctor Becerril, de Fuerza Popular, dijo que el Poder Judicial blindaba a la pareja. Para Mauricio Mulder, del Apra, “Duberlí Rodríguez es el abogado defensor de Ollanta Humala”.

Luis Galarreta, del fujimorismo, concluyó que “este es el Poder Judicial de la corrupción”. Sostiene que la corrupción está tomando el mando “y desgraciadamente este gobierno está mirando de costado.” Toledo ya fugó, agrega, y las medidas sobre su captura son para la tribuna.

Este es un claro ejemplo de enervamiento y confusión. La captura de Toledo no está en manos de las autoridades peruanas. Está en manos de la justicia norteamericana; específicamente, de la de California.

Sin que un juez de California se pronuncie, a Toledo no se le puede mandar a capturar. Para Galarreta, ese juez (norteamericano) juega en pared con el Gobierno (Peruano). ¿El Gobierno? ¿No era que hablábamos del Poder Judicial?

Atribuir al Ejecutivo peruano la demora de un juez norteamericano es falaz y desordenado. Declaraciones de este tipo son para obviar.

No hay que dejar de preguntarse, sin embargo, por qué salió a dar declaraciones el presidente del Poder Judicial. ¿No hubiera convenido el perfil bajo de todo magistrado? ¿Le hizo la camita a la Segunda Sala Penal Nacional de Apelaciones?

El presidente del Poder Judicial no tenía que haber dado declaraciones. Menos, sobre resoluciones judiciales en curso. Saltar de ahí, no obstante, a acusarlo de manipular a los jueces o de servir a Heredia o Humala, por intereses subalternos, es calumnioso e irresponsable.

Las declaraciones de Marcelo Odebrecht sobre su aporte a la campaña de Humala tienen que relacionarse con cuentas o depósitos. Las agendas de Nadine Heredia son un muy buen indicio para seguir la ruta del dinero.

Tenemos, por supuesto, derecho a sospechar de Nadine Heredia. Ella mintió sistemáticamente a la opinión pública.

Frente a las autoridades Nadine Heredia, sin embargo, ha sido otra persona. Ha cumplido las exigencias, ha firmado el cuaderno, ha venido al Perú cuando ha sido requerida.

Las autoridades tienen que pasar de la sospecha a la prueba. No es lo mismo la opinión pública que los magistrados. Estos deben resolver sus juicios con elementos distintos a los nuestros.

Lamentablemente, el derecho peruano es formalista hasta la deformación, y eso favorece a los inescrupulosos. Así, una persona que se ha conducido con la mentira en su vida pública puede aparecer como pulcra cumplidora de los procesos, como Nadine Heredia.

Yo no creo que Marcelo Odebrecht solo contribuyera con 3 millones de dólares a la campaña de Humala. De ser así, habría sido la mejor de sus inversiones corruptas, dado que con ello obtuvo obras por miles de millones de dólares.

Los fiscales y los jueces, sin embargo, no pueden limitarse a las suposiciones. Tienen que hacer evidente el oculto rompecabezas de la corrupción con pruebas, testimonios, documentos.

No nos dejemos confundir por los nuevos adalides de la anticorrupción. Cuidemos de ellos al debido proceso, al imperio de la ley y a la responsabilidad funcional.

Que no petardeen las instituciones. Estamos hartos de los estafadores.

Fuente El Comercio

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