El jefe de Qali Warma, Percy Luis Minaya León, afirma que esta institución ha agudizado los procesos de inspección a los productos para la preparación de los desayunos. Su preocupación, agregó, es la salud de los niños y recuperar la confianza de la población.
¿Qali Warma es un programa que debe ser un dolor de cabeza para el Gobierno? Porque siempre tiene problemas y pequeñas crisis… ¿Cuándo dejará de ocurrir esto?
Es un programa que crece, nació con algunos problemas que tratamos de superar. Este año se han incorporado mejoras que tienen que ver con reglamentos, manuales, procesos y reformulaciones de la forma como se brinda el servicio. Hoy los problemas se están reduciendo. Actualmente, 250 ingenieros de Qali Warma visitan las plantas de producción de alimentos todos los días para verificar que las raciones tengan la calidad y seguridad que exigimos. Todas las inspecciones son cotidianas y se mantendrán así hasta que tengamos la seguridad de que los proveedores cumplen con todos los aspectos contratados. Nos importa la salud de los niños y no vamos a escatimar esfuerzos. Queremos recuperar la confianza de la población.
INCIDENTES.
¿En qué se basan para decir que han reducido los incidentes?
Hemos hecho seguimiento del volumen del año pasado en contraste con los que tenemos este año. Tuvimos cerca de 15 incidentes en los que paramos las producciones y la entrega de algún producto que no era adecuado. Esto nos obliga a ser más perspicaces en la forma como se realiza la producción en planta y se concreta este proceso en el punto de entrega, porque siempre hay un espacio para el riesgo: el transporte, el calor, la manipulación.
¿La conservación de los alimentos es realista en un programa tan descentralizado?
Hay dos modalidades de atención. El año pasado teníamos un volumen más amplio de entrega de alimentos preparados. Este año se redujo siguiendo las recomendaciones, por los riesgos que podía tener. Hay alimentos preparados que solo se entregan en lugares donde el último colegio está ubicado a una hora de distancia de un centro poblado de más de cinco mil habitantes, para garantizar que no se van a descomponer. Un tercio de las raciones que proveemos está concentrado en lugares relativamente cercanos. El resto recibe el beneficio no solo del desayuno sino del almuerzo. Hay padres que cooperan para preparar los alimentos. El producto se les entrega crudo. La idea original era que los ingredientes utilizados sean oriundos de cada región.
EXIGENCIA.
¿Se mantiene esto?
Se mantiene básicamente con granos andinos, harina de plátano y otros alimentos que se usan regionalmente. Pero no todos estos alimentos tienen registro sanitario, como el charqui en zonas de la Sierra, pues la mayoría de la producción es artesanal. Mantenemos los productos regionales siempre que tengan registros sanitarios que nos den la seguridad de que cuando se entreguen no vayan a producir un daño.
¿Las raciones que brinda Qali Warma garantizan el nivel nutricional de los beneficiarios?
En el país tenemos un déficit calórico global de 30%. En la zona de pobreza extrema llega a 75%. Los aportes del programa llegan a compensar ese déficit hasta en 40% del requerimiento diario en el momento inicial del día. En la zona de pobreza extrema, ese déficit llega a ser compensado hasta en 70%. Eso nos garantiza un niño más despierto, más alerta. Pero no le soluciona el problema nutricional, porque el programa no ha sido creado para eso sino como un complemento de la alimentación.
¿Cuántos desayunos no se entregan actualmente?
Deben ser 150 mil niños que no reciben este volumen de alimentos. La razón, en algunos lugares, es porque hemos exigido que todo producto del proveedor debe tener registro sanitario y certificaciones. Hay muchos almacenes, como en La Libertad, donde los proveedores compraron alimentos, pero entregaron a los inspectores las certificaciones de calidad.
¿Cómo sancionan a estos proveedores?
Con penalidades. Un contrato deja de 10% a 12% de ganancia a los proveedores. Si un proveedor se demora más de 15 minutos en entregar productos en una escuela, el monto de su sanción puede ser el doble del volumen de ganancia diaria, pues la demora pone en riesgo la entrega de un producto inocuo. Por ello, cada uno de los 250 ingenieros de planta acompaña desde el proceso de producción hasta la entrega, entre cinco y seis horas diarias. El año pasado tuvimos 55 denuncias, que nosotros registramos, elevadas a la Procuraduría del Ministerio de Inclusión Social, a la Fiscalía, y sigue su trámite. En el ámbito administrativo, muchas denuncias penalizadas y en algunos casos los proveedores van al tribunal de contrataciones para apelar las sanciones.
Fuente Diario Correo
